Cómo hemos cambiado
13/12/2011 at 21:49 2 comentarios
Esta mañana estaba escuchando la radio y de repente he prestado atención a una consulta que ha hecho que el título de la famosa canción de Presuntos Implicados me venga a la cabeza. Y creo que está más que justificado.
La cuestión es la siguiente: en el programa en cuestión, una oyente ha enviado una pregunta sobre si era conveniente regalarle un Ipad a su hijo. Hasta ahí puede parecer todo normal. Pero lo que me ha llamado la atención es que la criatura en cuestión tiene tan sólo tres años. Ante esta situación, me he preguntado: ¿es oportuno regalarle un Ipad a un niño de tan corta edad, a pesar de que el aparato en cuestión tenga aplicaciones para niños pequeños? Obviamente la justificación de esta persona es que el producto tiene juegos educativos.
La verdad es que, se me ocurren varias razones por las que se debería esperar un poco para comprar este tipo de productos para un niño de tan corta edad. Por ejemplo:
1. Como todos sabemos, Apple está sacando productos nuevos cada cierto tiempo con actualizaciones y nuevas aplicaciones, por lo que el que se ha comprado quedaría en desuso en cuestión de meses.
2. Es un aparato muy frágil y teniendo en cuenta que los niños de esa edad son muy activos, se rompería a la mínima de cambio.
3. Vivimos en una sociedad que está conectada a las nuevas tecnologías y aparatos de nueva generación. ¿Es necesario otro aparato más?.
4. ¿Es necesario gastarse un dineral por algo que un niño va a usar cuatro veces? Sin duda, si tuviera que comprarme este tipo de aparatos, lo haría si tuviera que darle un uso más productivo, no sólo para que los niños jueguen.
Esa no es la única reflexión que me ha venido a la mente. La verdad es que también me ha servido para pensar en lo mucho que se ha cambiado en poco más de veinte años. Porque los que crecimos en la década de los ochenta, no teníamos este tipo de caprichos, ni los Reyes Magos nos traían unos regalos tan caros. Simplemente nos conformábamos con los clics de Playmobil, la Barbie que acababa de salir al mercado, las cocinitas, el alfanova o incluso el ¿Quien es quien?.
Sin duda no éramos tan caprichosos ni tantas comodidades como los niños de hoy en día. Pero comparando ambas generaciones, creo que la mía fue más feliz.
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1. tarquin winot | 14/12/2011 a las 5:54
La felicidad de una u otra generación no admite comparación, precisamente porque quien la vive no conoce otra. Ahí, yo creo que no das en el clavo. En el resto, lo suscribo punto por punto.
2. maracampos | 14/12/2011 a las 7:30
Te doy la razón. Cada generación tiene sus cosas que la hacen especial o que hace a los críos felices. Pero envidia, a los críos de hoy, no les tengo.