Llegamos a las 1000 visitas

Dos semanas antes de que el blog cumpla un año, sobrepasamos las mil visitas. En concreto son 1003. No creía que llegaríamos a esta cifra y menos que el blog, que nació para una asignatura de la universidad, siguiera en activo. Espero poder seguir con él mucho tiempo más.

A hincar codos

Empieza la «mejor» época del año: estudiar para los exámenes. O mejor dicho, para el examen. Porque afortunadamente este cuatrimestre tan sólo me toca examinarme de una asignatura. Pero todo es relativo. Por una parte, aunque sólo sea una asignatura, la materia que hemos dado a lo largo de estos cuatro meses es bastante densa. Y como el profesor es nuevo para mí, y nos ha explicado la forma en que va a orientar el examen, voy un poco perdida. Con lo que me tocará emplearme a fondo para poder aprobarla. Y además, me toca recuperar un trabajo que, aunque le ha gustado, tengo que repetirlo porque no he cumplido uno de los parámetros que exigía para poder aprobarlo: el tiempo.
Por otra parte, a partir del segundo cuatrimestre tendré varias asignaturas cuatrimestrales más, con lo que el trabajo acumulado se multiplicará. Además, en junio me tocará examinarme del segundo parcial que tengo de la asignatura de cuarto, toda la materia de la de segundo y las dos cuatrimestrales. Así que de aquí a final de curso voy a ir servida. Pero no importa, porque pondré al mal tiempo buena cara y, aunque tendré que currar mucho, haré todo lo posible para conseguir mi meta: ser licenciada. Por fin.
Eso sí, el blog lo seguiré actualizando. Ahora no mucho, debido a los estudios, pero intentaré ser constante para que esto no decaiga.
Dejo una canción que me encanta para que paséis el rato.

Unos meses después

Ya he comentado en alguna ocasión que desde septiembre estoy pululando por Valencia para terminar el que será (crucemos los dedos) mi último año de carrera. Pero mi periplo no comienza el día que aterricé en la capital del Turia, sino mucho antes.

Era marzo de este mismo año cuando ya rondaba por mi cabeza la idea de irme fuera a terminar. Tenía tres opciones: Madrid, Barcelona y Valencia. Más que nada porque en cada una de esas ciudades, además de la mía, tienen una universidad de la misma fundación donde yo empecé. Madrid ya quedó descartada desde un primer momento, más que nada porque cuando llamé para pedir información me dijeron, ya de primeras, que debía tener todo el primer ciclo aprobado para poder trasladarme allí y que si lo tenía aprobado debía pagar el traslado de expediente (una barbaridad para que me convalidaran todas las asignaturas). Si a eso le añadimos la matricula, las mensualidades, alquiler de un piso y más cosas, no me compensaba. Y ya era imposible, porque no tenía el primer ciclo entero aprobado (me falta una asignatura que, por mucho que la estudie no me la querían aprobar. Siempre hay un hueso por profesor en todas las carreras).

En Barcelona se dio la segunda circunstancia. Podía irme si quería aún sin tener el primer ciclo aprobado. Eso sí, debía pagar una buena pasta por el traslado de expediente, más piso, matrícula….. Vamos, que tal y cómo están las cosas, no era el momento.

Ya sólo me quedaba Valencia. Ya hablé con gente que conozco que se había trasladado allí para continuar sus estudios y me lo recomendaron. Finalmente me puse en contacto con ellos y no me pusieron ninguna pega. Debía mandar mi expediente, eso sí, una vez finalizados los exámenes de junio y con las notas publicadas. Y eso hice.

Era el 15 de junio cuando, nada más publicarse las notas, cogí mi expediente académico, rellené la solicitud de traslado y la llevé a secretaría de mi universidad de Elche para que me la enviaran. Preferí hacerlo de esta forma porque lo enviaban por mensajero urgente y las posibilidades de que finalmente llegaran serían más altas que si lo hacía por mi cuenta.

Y comenzó la espera. La verdad es que se me hizo un poco largo. Creía que no irían a tardar mucho, puesto que procedía de la misma universidad. Me dijeron que también estaban con las admisiones de gente que acababa de realizar la selectividad en junio, así que tardarían un poco. Y vaya si tardaron.

Hasta que un día de finales de julio sonó el teléfono. Eran ellos y habían aceptado mi solicitud de traslado. No me lo podía creer, básicamente porque ya lo veía descartado y pensaba que iban a decir que por un año no merecería la pena. Pero me equivoqué. A partir de ahí me tocó esperar hasta primeros de septiembre, porque en agosto cerraban por vacaciones, y durante la primera semana estuve yendo y viniendo varios días para mandar toda la documentación, rellenar unos papeles y buscar pisos.

Hasta que llegó el día en el que me fui definitivamente. Ya dije en un post anterior que tenía un cúmulo de sensaciones un tanto extrañas. Incluso echaba de menos algunas cosas. Aún sigo extrañándolas, obviamente, pero he sabido amoldarme. El hecho de tener que ir todos los días a clase, hacer trabajos, leer fotocopias y tener la mente ocupada han hecho que el día a día no se me haga tan cuesta arriba. Y estos meses se me han pasado prácticamente volando. Parece que fue ayer cuando llegué y ya estamos a las puertas de Navidad.

Pero no me arrepiento de lo que he hecho. He conocido gente nueva, he vuelto a sentarme con más de cuatro personas en una clase (la verdad es que era un poco deprimente ver que eramos cuatro gatos, y después de ver cómo en mi universidad de Elche no habían hecho nada para evitar que el descenso de alumnos en mi carrera) y me desenvuelvo bastante bien. Quien sabe, a lo mejor acabo encontrando trabajo aquí.

Llegamos a los 600

Con nueve meses de vida, el blog ha llegado a las 600 visitas. La verdad es que creía que no llegaría a esta cifra, ni tan siquiera que después de acabar el curso en junio (el blog lo abrí para periodismo electrónico) pudiera seguir escribiendo. Ahora sólo queda ver si llegamos a los mil.

Primeros días en Valencia

No llevo ni una semana en Valencia y ya empiezo a echar de menos muchas cosas de Elche y la rutina que llevaba allí. La verdad es que me cuesta un poco acostumbrarme a la nueva vida, pero espero que poco a poco me vaya amoldando. Pero echar en falta ciertas cosas creo que tardará. Porque son muchas cosas:

– Echo de menos a los camareros del bar de la universidad. Gente que desde que entraba a trabajar hasta que salía siempre estaba con la sonrisa, sabiendo lo que ibas a pedir y preguntándote como te iba la vida. Y echo de menos tomarme mi café o mi coca cola leyendo el periódico mientras me fumaba un cigarro.

– Echo de menos entrar por la puerta, coger el periódico que está en el stand y meterlo en la carpeta.

– Echo de menos la sala de ordenadores, aún cuando la mitad no funcionaban, los de enfermería y fisioterapia estaban imprimiendo un temario impresionante para varias personas e internet no funcionaba, no quedaba papel y me había que ir a pedirle al informático. Me quejaba mucho, pero ya hasta me había acostumbrado.

– Echo de menos escuchar a uno de los informáticos cómo cantaba o que otro de ellos así por las buenas te diera conversación en el ascensor (el tiempo o que ya era viernes).

-Echo de menos seguir todos los días la misma ruta desde mi casa hasta la universidad. Eran diez minutos andando, pero ya era todo un ritual. Pasar por los mismos sitios, ver la misma gente…

-Echo de menos ir los lunes y los miércoles al gimnasio, estar una hora nadando y estar de conversación con los que allí estaban.

-Echo de menos conectarme a Internet sin problemas y leer el periódico mientras desayuno.

-Echo de menos ver los Simpson mientras pongo la mesa a medio día.

-Echo de menos ver la tele tirada en el sofá o estar en él escuchando la radio y leyendo un libro.

Son muchas las cosas que echo de menos, pero la lista sería interminable. Resulta extraño: tenía ganas de iniciar una nueva vida, pero a veces, desprenderse de lo que ya tienes es duro y ese proceso de adaptación, en mi caso, va a ser lento.

Wake me up, when september ends

Ahora sí que sí. Hoy es el gran día. Se me acabaron los tres meses de vacaciones y esta tarde me voy a Valencia: es un día de despedida de la playa, últimos retoques de la maleta y a coger el tren.
La verdad es que ahora tengo un cúmulo de sensaciones un tanto indescriptibles. Tengo ilusión, pero también pena por tener que romper con todas las rutinas y empezar de cero. Con lo que me gusta el verano, dan ganas de dormir hasta que venga el próximo verano.

No es un septiembre cualquiera

El mes de septiembre siempre ha sido una vuelta a la misma rutina: recoger los libros del colegio, volver a los hábitos del invierno con las clases y a estresarme con los trabajos que tengo que entregar. Pero este año es diferente ya que, si todo va bien, será mi último año en la universidad y en junio seré (por fin) licenciada. Y no sólo eso, puesto que este curso estaré en Valencia.

La verdad es que estoy ilusionada, porque necesitaba un cambio desde hacía tiempo. Y ese cambio ya ha llegado: ciudad nueva, piso nuevo, gente nueva…. Pero por otra parte tengo un poco de vértigo. Resulta un giro totalmente radical a mi vida, y todas mis costumbres y hábitos van a ser totalmente diferentes a lo que han sido hasta ahora.

Pero ante todo va a ser un cambio necesario, y más después de haber tenido un curso que prefiero tener en el baúl de los recuerdos: demasiados trabajos que hacer, demasiadas asignaturas, quitarme de encima cosas pendientes que quería hacer, mi carrera en mi facultad de Elche extinguiéndose y todo lo que ello conlleva. Y lo peor de todo: una amistad que se ha ido al traste por culpa del orgullo (culpa de la otra persona, mía, o quizás de las dos). Pero mejor no hacer leña del árbol caído.

Así que después de tres meses de vacaciones en los que necesitaba reponer pilas y centrarme un poco, afronto con ilusión esta nueva etapa.

El por qué del blog

Hola a todos.

Este blog lo he creado para la asignatura de Periodismo Electrónico, de 5º de Periodismo.  Y con él entro de lleno en el mundo de Internet.

La verdad es que nunca me había planteado tener un blog. Era algo que no me llamaba la atención.  Así que durante los próximos cuatro meses iré actualizándolo conforme a lo que proponga el profesor, y espero seguir escribiendo en él cuando haya acabado el curso.

He estado dándole vueltas al nombre que le iba a dar, y tras hacer una encuesta en mi perfil del Facebook y tras algunas respuestas por parte de algunos de mis amigos (gracias),  he decidido ponerle Cajón desastre. ¿Por qué? Porque ponerle títulos tipo ‘El blog de…’ y añadirle mi nombre me parecía algo repetitivo. Además, si sigo escribiendo en él cuando acabe el curso, no quiero hacerlo de algo en concreto. Prefiero hablar de cosas que me llamen la atención, ya sea de cine, música, fotografía o de cosas que me resulten interesantes.

Aunque todavía no domino mucho WordPress, poco a poco le daré forma: pondré enlaces a los blogs de mis compañeros de clase, de otros que siga o de páginas que me parezcan interesantes.